Perfilado de sección

    • ¡Bienvenidos/as al módulo "Cultura escolar democrática"!

      La educación para la democracia en la escuela primaria implica mucho más que enseñar conocimientos teóricos sobre elecciones o sistemas políticos. Es una tarea fundamental que busca permitir que todas las personas implicadas (equipo directivo, profesorado, alumnado y familias) tengan una voz real en los procesos de la escuela.

      Una cultura escolar democrática y sostenible solo puede desarrollarse si las escuelas combinan tres dimensiones clave:

      • Orientación a las necesidades
      • Participación genuina
      • Desarrollo de competencias

      Este módulo integra estas tres dimensiones para construir una cultura escolar democrática sostenible.

    • En resumen:

      El desarrollo de una cultura escolar democrática y sostenible requiere un enfoque integrado y holístico. Las competencias democráticas no se desarrollan únicamente mediante la transmisión de conocimientos, sino a través de la participación activa en todos los niveles de la escuela.

      La Escalera de Participación de Sherry Arnstein muestra claramente cuándo la participación es realmente genuina y va más allá de los gestos simbólicos. La experiencia en muchas escuelas primarias demuestra que el desarrollo efectivo de los valores, actitudes, habilidades y comprensión crítica de la democracia solo se logra cuando toda la comunidad educativa participa en la toma de decisiones.

      Según William Glasser, la satisfacción de las necesidades psicológicas básicas es un requisito esencial para acceder emocionalmente a los valores y habilidades democráticos. Sin una sensación de seguridad, pertenencia, reconocimiento, libertad y alegría, los principios democráticos permanecen abstractos y no pueden interiorizarse profundamente.

      La Escalera de Participación de Arnstein proporciona el marco de acción y las estructuras pedagógicas necesarias para satisfacer estas necesidades y desarrollar sistemáticamente las competencias.

      Finalmente, el modelo RFCDC del Consejo de Europa establece el sistema de referencia: una persona joven con competencias democráticas sólidamente arraigadas, que asume responsabilidades, colabora constructivamente con otras personas y defiende activamente los valores democráticos.

      La escuela debe diseñarse de forma que la dirección, el profesorado, el alumnado y las familias puedan trabajar conjuntamente en proyectos y participar en la toma de decisiones.

      Esta cooperación activa satisface las necesidades básicas descritas por Glasser y crea una cultura escolar democrática en la que todas las personas implicadas practican la acción democrática y la experimentan como una parte natural de su vida cotidiana.

      Como “espacios de experiencia democrática”, las escuelas deben permitir que el alumnado viva activamente los valores democráticos y de derechos humanos. Solo mediante esta participación genuina y completa de todos los grupos implicados puede desarrollarse un pensamiento y una acción verdaderamente democráticos, un objetivo que va mucho más allá de la mera transmisión de conocimientos y que sienta las bases para una ciudadanía activa y responsable.